Nadie mejor para definir la problemática del lobo que Gloria Fuertes.
Hace ya 20 años que nos dejó, un poco huérfanos de poesía, un poco menos contentos, un poco más aburridos y grises.
Gloria Fuertes desmitificaba de un plumazo la realidad por la vía del humor, y aunque escribía poemas aparentemente simples, escondían mensajes profundos que no infravaloraban la capacidad intelectual de los niños. Versos libres. Directos. Sin prejuicios. Como son los niños. Porque no hay cosa peor que «intentar escribir para niños» cuando se escribe para niños.
Los únicos que han pensado alguna vez que los poemas de Gloria Fuertes son absurdos o simples, son los adultos. Tal vez el cerebro de una persona mayor esté menos preparada para digerir una combinación tan letal como es la poesía más el humor.
Y hoy en día, con tanta gente mayor seria y sesuda empeñada en despedazarse a cuenta del lobo ibérico y su problemática, en opinar, en censurar y en dar lecciones, os queríamos dejar con la clave de todo. El quid de la cuestión lo escribió, hace muchos años, Gloria Fuertes:
«El lobo se hizo famoso por culpa de Caperucita»
En El Otro Cuento del Lobo no hay Caperucitas, y la culpa de lo que le pasa al lobo es de un personaje aparentemente simple e inocente, pero que esconde algo más. Y por supuesto, hay poesía y mucho humor, sin plantearnos si es para niños o adultos como —creemos, humildemente— le hubiera gustado a Gloria.